A menudo hemos escuchado hablar sobre la dependencia emocional y la dificultad para aprender a soltar o dejar ir. Y cuando algo se termina, suelen retumbar en la mente muchas interrogantes como “¿Qué pasó?”, “¿y ahora qué hago?”, “¿cómo continúo con mi vida?”.
Durante todo el tiempo que llevo atendiendo estas son preguntas frecuentes y normales durante el proceso de duelo, esto sucede porque siempre nos han enseñado a aferrarnos a todo aquello que no hace felices, como nuestros sueños y eso no tiene nada de malo, el detalle está que nadie nos prepara para perder, para dejar ir; tenemos la idea de querer ser el ganador en todos los aspectos de nuestra vida, y nuevamente, eso no tiene nada de malo, porque es verdad que a ninguno le gusta perder, pero eso no quiere decir, que no vaya a suceder. Y justo cuando nos toque en algún momento enfrentarmos a una situación que no salió como nosotros queríamos, si no estamos preparados, parecerá que nuestro mundo se desmorona.
Siempre he dicho que detrás de una conducta que cada ser humano manifiesta hay una historia, y esa historia que es tu vida. Todos tenemos una y detrás de ella existen diversas situaciones que de una u otra manera han generado la dependencia emocional y detrás de la dependencia hay una lista de necesidades emocionales y situaciones inconclusas que no nos permite mantener una relación saludable conmigo y los demás.
Y si bien es cierto, como dice la canción “decir adiós es difícil para mi”, es un realidad preguntarnos ¿para quién no?, tener que entender cuando algo se termino no es tarea fácil porque de una manera u otra nos sentimos desnudos a nivel emocional, expuestos al darnos cuenta de nuestras necesidades y demandas, y porque la persona que me acompañaba llenaba ese vacío del que tanto tiempo estuve huyendo.
Recuerdo que en una sesión de terapia, una paciente manifestaba que su relación había llegado a su fin , había tomado la decisión porque su pareja no hacía las cosas que ella quería y de la manera que ella exigía para hacerla feliz, así que la relación empezó a tornarse diferente llegando a la separación. Esto sucede muchas veces porque nos relacionamos desde la dependencia y esperamos que la otra persona se encargue de nuestra felicidad, no nos queremos hacer cargo, y esperamos que el otro solo cumpla nuestras expectativas. Pero tenemos que tomar parte de la responsabilidad para que las relaciones funcionen, siempre doy como ejemplo el control remoto, de una forma de similar, la otra persona controla y maneja nuestra vida y nos sentimos plenos cuando el o ella están a nuestro lado pero cuando se termina la relación, no sabemos qué hacer y sentimos que no podemos vivir.
Todo ello nos lleva a darnos cuenta la importancia de reconocer nuestras emociones y de ser consciente de nuestras necesidades, es fundamental sanar nuestro niño interior que está herido y que desde esa herida manifiesta su propias demandas que no nos permite vivir una vida llena y a plenitud, porque es verdad que merecemos amor y merecemos sentirnos amados, pero por sobre todas las cosas necesitamos amarnos más a nosotros mismos para ser consciente de lo que tengo y relacionarnos así de una forma más sana.