Cuando somos niños, a muchos de nosotros nos han dicho o hemos escuchado frases como: ¿por qué lloras?, te va a ver la gente, sé más fuerte, ¿por eso vas a llorar?, llora cuando yo me muera no por esa tontería, qué dirán las personas que te ven así, ya cállate que no te aguanto y muchas otras más que si seguimos seguro no terminamos. Pero el punto es el siguiente; desde pequeños aprendemos a reprimir esta acción al máximo, como si fuera algo negativo.
Sin embargo, el llanto responde a un motivo, no surge de la nada, algunas veces puede ser tristeza, otras la frustración, quizá por inseguridad, también por cólera, e incluso por alegría, ¿qué pasa cuando no dejamos salir lo que sucede con nosotros? ¿Qué pasa cuando no nos permitimos sentir? O peor aún, ¿Qué pasa cuando de niños las personas encargadas de ser nuestro primer soporte nos traicionan invalidando nuestras emociones?
Y con esto, muchos pensamientos limitantes respecto a ello, empezamos a ver el llanto como un acto negativo, algo que debemos evitar pues es sinónimo de debilidad, así nos enseñaron cuando creciamos, así nos mostraron y aprendimos a la fuerza que era mejor no hacerlo.
De adolescentes solemos cruzarnos aún con personas bajo estas ideas, cuando peleamos con nuestra pareja, nuestros “amigos” nos repiten: ¿por él vas a llorar?, Ya pareces tonto, deberías ser más fuerte, yo de ti estaría mejor sin él ¿Quién no ha escuchado esto alguna vez en su vida?; con ello tendemos nuevamente a invalidar lo que sentimos y muchas veces hace que el proceso sea más difícil; contrario a ello, ¿qué pasaría si dejamos salir ese llanto y junto con él esas emociones y sentimientos que nos ahogan cada vez más?, si abrazamos esa parte de nosotros, esa fragilidad, la vulnerabilidad del momento, si la vivimos y agotamos, si le damos el momento que requiere, las cosas serían distintas, podremos continuar más ligeros, seremos capaces de ver nuestro presente desde otro punto de vista, aquella que hace que la claridad sea nuestra compañera.
Rompamos con la cadena y seamos cambio desde adentro, les aseguro que notaran la diferencia desde el día uno, porque no eres débil, al contrario, eres la persona más fuerte que existe, porque haces lo que muchos aún temen, enfrentarte a tus emociones y expresar, vives la vida con todo.
Si nosotros en algún momento fuimos esos padres, te invito a abrazar a tu hijo cuando pase por esto, sé que es complicado con el estrés del día, pero ellos merecen un soporte positivo.
Si nosotros en algún momento fuimos o somos esos “amigos” te invito a ser el hombro y respetar el llanto de nuestro amigo, acompáñalo durante el proceso.
Si nosotros somos ese niño, ese joven, ese adulto que vive con esas frases, te invito a darte la oportunidad de abrazarte, de abrazar esos momentos y romper con el esquema de que si expreso mis emociones me convertiré en una persona débil, al contrario, te forma como una persona más humana, más sabia, más empática, ¡adelante está en ti iniciar con ello!
Y si de pronto, sientes que necesitas ayuda para ello, no temas buscarla, porque ni llorar ni pedir ayuda es de débiles.